Dirigida por el lustroso Galder Gaztelu-Urrutia, la obra cinematográfica “O Poço” tiene una fuerte crítica social así como un excelente uso de la simbología para despertar distintas emociones en el espectador. Estrenada en marzo de 2020 en Netflix, la película cuenta la historia de Goreng, un hombre que decide voluntariamente habitar una prisión vertical. Sucede que la prisión vertical contiene una serie de particularidades. En medio de las celdas hay un pozo del que desciende todos los días una plataforma que contiene un rico y exquisito festín. Tal festín solo está disponible durante dos minutos en cada piso, los niveles superiores tienden a recibir una gran cantidad de comida, ya que pocos han comido antes que ellos, mientras que los niveles inferiores sufren hambre alimentándose de los restos de los pisos superiores. Además de esta característica, la celda está habitada por dos detenidos que se someten a un cambio de piso mensual, que puede ser en el primer o último piso. Esta inestabilidad y situación de hambre y desesperación a la que están sometidos hace que los detenidos sean cada vez menos humanos, abandonando cualquier naturaleza.